Si pronto vas a realizar ese ansiado viaje de vacaciones, probablemente quieras aprovecharlo al máximo. Y aunque a veces el descanso equivalga a estar estirado en una playa de arenas blancas todo el día, otras puede significar buscar actividades y excursiones baratas, ya sean culturales, históricas, naturales o de aventura.
1.
Leé mucho. Como si fuera el mandamiento número uno del viajero con poco tiempo en destino. Internet nos ofrece la oportunidad de tener información de cualquier lugar al alcance de nuestros dedos. Buscá información en enciclopedias libres, en los sitios de turismo de cada país y ciudad, en blogs de viajeros, en páginas de valoración, en agencias de turismo directas y de las que median entre los guías y el consumidor. Cuanto más leas, más criterios tendrás para tomar decisiones acertadas que optimicen tu tiempo, energía y presupuesto. Aunque, claro, siempre hay que dejar lugar para el error, para una atracción que no era lo que esperábamos, etc. Por más que leamos miles de comentarios, nuestra propia experiencia seguramente será distinta a la de otros y la mejor manera de valorar el lugar.
2.
Si creés que vale la pena, inviertí tiempo y dinero en hacerlo. Muchas veces cancelamos ciertos tours, actividades o traslados porque vemos que son caros o insumirán mucho tiempo. Aunque a veces cueste, recordá que un viaje no es una carrera. El tiempo lo manejas vos y si es necesario tomarnos todo un día para dirigirnos a un pueblo aislado o cruzar a una isla perdida, podremos organizar el itinerario de la manera que deseemos para hacerlo realidad. El viaje es tuyo. No se deje amedrentar por comentarios negativos o personas que lo desanimen para realizar tal o cual actividad porque es “cazaturistas” o “muy cara para lo que ofrece”. Si toda la vida soñaste con tomarte una foto trepado a esa recóndita palmera, hacelo. Nadie sabe si alguna vez podrás volver a ese lugar. Y en cuanto al dinero, si tenés la posibilidad de gastarlo, gastalo. Siempre habrá tiempo de reducir el presupuesto de los días siguientes.
3.
Cuando estés en el lugar indicado, buscá un mapa y preguntá. Una buena manera de hacernos con un croquis señalizado de la ciudad es acudir a las oficinas de turismo de los distintos pueblos o ciudades. Generalmente se ubican en la plaza principal y quienes trabajan allí son amables y serviciales. Una vez que tengas tu plano, también podés preguntar a los habitantes del lugar. Nadie como los locales para indicar las mejores formas de llegar a un sitio, recomendar actividades fuera de los circuitos más comunes o hasta ofrecernos un aventón.
4.
Evaluá la posibilidad de recorrer las atracciones junto a un guía. Muchas veces una actividad no consiste en subirse a un bote de máxima velocidad, emocionarse con un espectáculo, aventurarse en un safari o gritar en las alturas de una montaña rusa. La atracción está también en recorrer callecitas, visitar templos, conocer lugares históricos o inmiscuirse en la cultura propia de cada región. Google puede ser un aliado para saber dónde estamos o qué pasó allí, pero en ocasiones contratar un guía más o menos formal puede ser una manera inteligente de vivir una experiencia consciente y responsable. A veces será a partir de una agencia, otras acordando un precio con algún local que ofrezca sus servicios de viejo conocedor. Sin dudas, sabrán más que nosotros y podremos tener idea de en qué lugar exactamente estamos dejando nuestras huellas.